Sueño y mujer
Ellas son más propensas
Las mujeres son dos veces más propensas a padecer trastornos del sueño que los varones.
La calidad del sueño de una mujer es componente importante de su calidad de vida. Por muchos años, se efectuaron escasas investigaciones con respecto a los problemas del sueño del sexo femenino y, cuando las mujeres informaban a su médico que dormían mal, el facultativo no siempre tomaba en serio sus quejas.
No obstante, recientes estudios en el campo de la medicina del sueño han revelado que en las mujeres existen trastornos específicos del sueño muy propios de ellas. El hallazgo más notable es que el sexo femenino es dos veces más propenso a padecer de insomnio tanto de conciliación como de mantención.
Diferentes etapas de la vida
Durante la juventud las mujeres no muestran grandes problemas de sueño, pero existen trastornos asociados al ciclo menstrual, embarazo y lactancia. Por otra parte, en esta sociedad donde cada día aumenta más y más la participación femenina en el mundo laboral, ya como profesionales, técnicas o en servicios, ellas muchas veces ignoran las señales que indican un sueño insuficiente como fatiga, somnolencia diurna y cansancio.
A medida de que las mujeres entran en años, los cambios físicos y hormonales afectan la calidad del sueño. En cuanto a las mujeres mayores y de tercera edad, muestran un sueño poco profundo y son más propensas a los despertares nocturnos.
Enfermedades físicas, como la artritis, artrosis, desórdenes respiratorios y los bochornos de la menopausia también provocan problemas en el dormir.
Por tanto, es de suma importancia que las mujeres se preocupen de la calidad de su sueño. El estrés agudo, la depresión, los temores y otros factores emocionales pueden afectar los patrones de sueño normal.
Dormir bien es esencial para la mujer moderna, ya que un buen dormir afecta positivamente su desempeño en el mundo social, laboral y en su bienestar general.
A continuación entregamos algunos de los problemas típicos de sueño que afectan a las mujeres y recomendaciones para lograr un sueño eficiente y reparador.
Sueño y ciclo menstrual
Las distintas fases del ciclo menstrual provocan diversos cambios en los patrones de sueño. En algunas mujeres, durante el período premenstrual ocurren ciertas alteraciones, como despertares nocturnos. Los ensueños son más vívidos y frecuentes durante esta fase del ciclo menstrual.
Algunas informan somnolencia diurna excesiva, fatiga y que duermen por más horas durante este período. Los cambios en los patrones de sueño con frecuencia se asocian con otros síntomas premenstruales. Por ejemplo, calambres abdominales, irritabilidad, excesivo deseo de comer y cambios emocionales.
Estos problemas desaparecen comúnmente pocos días después que se inicia el ciclo menstrual. A algunas mujeres estas modificaciones del ciclo las afectan mayomente y se muestran más irritables y tensas, lo que les impide conciliar y mantener el sueño. En algunas ocasiones, tales problemas del dormir pueden transformarse en un insomnio crónico.
En estos casos, las afectadas deberían prestar más atención a estos trastornos y atenerse a ciertas reglas para evitarlos.
Es recomendable que tengan un horario regular para levantarse y acostarse, que sigan una dieta saludable y eviten el estrés. Si los problemas de sueño interfieren con su desempeño diario, es recomendable que visiten al médico.
Sueño y embarazo
Durante la gestación, las mujeres informan sentirse muy fatigadas en el día y dormir por más horas.
Este es un cambio universal en el requerimiento de sueño y probablemente es causado por el aumento de los niveles de la hormona progesterona durante el embarazo.
En el último trimestre, las futuras madres informan una deficiente calidad de su sueño. Varios estudios han confirmado que ocurren algunos cambios en los patrones del sueño: la cantidad de ondas lentas de sueño (estados profundos del dormir) disminuye y se incrementan los despertares nocturnos.
La mujer presenta dificultades para dormir en ciertas posiciones. La eficiencia del sueño disminuye y la proporción de tiempo en que está despierta comienza a disminuir en el segundo trimestre y continúa así en el tercero.
Existen muchas causas para el sueño interrumpido en las últimas etapas del embarazo. Por ejemplo, calambres, dolor de espalda, ardor de estómago, más movimientos del feto y aumento de la frecuencia de orinar.
Asimismo, todos estos factores contribuyen a incrementar el malestar general producido por el hecho de gestar un bebé. Luego del nacimiento del niño, el estrés físico del embarazo que afecta al sueño es reemplazado por las demandas de la lactancia. El horario de mamar varias veces por noche incrementa los despertares nocturnos.
Se recomienda que durante el embarazo la mujer se preocupe de obtener un sueño reparador y suficiente, lo cual se logra manteniendo horarios regulares para levantarse y acostarse y evitando el alcohol y la ingesta de fármacos hipnóticos.
Se aconseja a las embarazadas aprender técnicas de relajación muscular, las cuales son muy efectivas para promover un buen sueño. Asimismo, reducen las incomodidades que acompañan la gestación del hijo. También es importante seguir una dieta equilibrada, evitando los alimentos muy condimentados que provocan ardor de estómago.
Después del parto, es necesario que la mujer descanse lo suficiente y trate de dormir bien. Los trastornos del sueño, en esta etapa, muchas veces se asocian a la depresión post parto y al maltrato infantil.
En la menopausia
El proceso de envejecimiento de la mujer es acompañado por algunos cambios naturales en los patrones del dormir. La cantidad de sueño profundo disminuye, se hace más liviano y ocurren más despertares nocturnos.
En los años próximos a la menopausia, comienzan a aumentar los trastornos del sueño. El cambio gradual en el nivel de las hormonas sexuales impacta directamente al sueño e indirectamente afecta a otras hormonas importantes que están relacionadas con el sueño.
Empiezan los bochornos y las sudoraciones nocturnas -asociadas con la disminución de los niveles de estrógenos-, factores que pueden gatillar frecuentes despertares nocturnos asociados con la sensación de calor y sudoración. La frecuencia cardíaca aumenta y aparecen síntomas de ansiedad.
Aunque los bochornos duran unos pocos minutos, en casos severos, algunas mujeres pueden despertar cientos de veces por noche. Estos trastornos del sueño dan como resultado privación de sueño, lo que se traduce en fatiga y cansancio diurno, irritabilidad y depresión.
Algunas sencillas medidas pueden aliviar las molestias de los bochornos:
- Usar camisones o piyamas de algodón o lino para dormir.
- Eliminar de la dieta la cafeína, el alcohol y el azúcar. Aumentar la ingesta de vitamina E ingiriendo alimentos ricos en ella o tomar un suplemento.
- La terapia de reemplazo hormonal es otra buena medida, pues en general disminuye los bochornos severos lo que permite un mejor sueño. En este caso, la mujer debe visitar al médico para que estudie su caso y le prescriba esta terapia.
Mujer postmenopáusica
En los años siguientes, el sueño continúa haciéndose cada vez más ligero y más fragmentado. Es difícil mantenerlo por largas horas e ininterrumpidamente.
Del mismo modo, el alerta diurno disminuye y el resultado puede ser mucha fatiga y cansancio. Enfermedades físicas crónicas como la artritis, artrosis, enfermedades pulmonares, úlceras estomacales y aumento en la frecuencia de orinar, pueden asimismo ser factores que contribuyen en forma importante a alterar el sueño.
Hay algunos trastornos del sueño que son más frecuentes en esta etapa de la vida. Por ejemplo, desórdenes respiratorios, los que son poco comunes en las mujeres jóvenes. En general, estas alteraciones se relacionan con la disminución del nivel de progesterona.
La obesidad y poca actividad física son factores de riesgo en el surgimiento de desórdenes respiratorios asociados al sueño. Síntomas de ellos son los ronquidos fuertes y una excesiva somnolencia diurna.
También influyen en bajar la calidad del sueño algunos factores psicosociales, enfermedades físicas y estado emocional. En esta etapa de la vida femenina, la conexión entre preocupación e insomnio es evidente. La tensión y el estrés son muy dañinos para el sueño.
Algunos consejos para dormir en forma eficiente son:
- Mantener un dormitorio cómodo y acogedor. Reducir los factores de ruido y temperaturas extremas.
- Mantener un horario regular para levantarse y acostarse.
- No quedarse en la cama hasta muy tarde en la mañana.
- Levantarse temprano y mantener un horario bien estructurado de actividades.
- Evitar los alimentos grasosos y muy condimentados que causan indigestión o ardores de estómago.
- Si estas medidas se hacen insuficientes para evitar la somnolencia diurna severa, pedir hora al médico. En general, los eventos emocionales se relacionan con trastornos del sueño en las mujeres de toda edad.
Otros factores: Depresión y bulimia
Dos afecciones de tipo emocional son la depresión y la bulimia nocturna.
Depresión: El insomnio es uno de los síntomas más comunes de esta enfermedad, en cualquier etapa de la vida de una mujer.
Quienes la sufren pueden quedarse dormidas fácilmente, pero empiezan a padecer de despertares nocturnos y no pueden volver a quedarse dormidas. Si existen estos síntomas es recomendable visitar a un especialista.
Al tratar la depresión el insomnio de mantención desaparece.
Bulimia nocturna: Algunas mujeres se despiertan en la noche y son incapaces de volver a dormirse si no glotonean en medio de la noche. Salvo que exista una causa médica como úlcera, la solución de este tipo de problema comúnmente se asocia con una dieta hipocalórica que se sigue para bajar de peso.
¿Cuándo pedir ayuda?
Si usted tiene problemas para conciliar y mantener el sueño puede ver deteriorado su rendimiento durante la vigilia, sus relaciones sociales y bienestar general. Debe acudir a la consulta del médico.
Las mujeres son particularmente sensibles a tener perturbaciones del sueño debido a que las afectan muchos los cambios hormonales, el estrés familiar y los conflictos de sus roles tradicionales y modernos. Todos estos factores afectan la calidad de su sueño.
Su médico general de cabecera, si su caso lo amerita, la derivará a un especialista en medicina del sueño para que evalúe sus dificultades para dormir. Un diagnóstico adecuado de su problema permitirá la prescripción de un tratamiento efectivo para el trastorno de sueño que padece.