A ser insomne también se aprende
Un grupo de la población predispuesto genéticamente al hiperalerta nocturno y con una personalidad que tiende a la preocupación anticipatoria por el “cómo voy a dormir” aprende a ser insomne.
La gama de tratamientos para combatir el insomnio aprendido o psicofisiológico, incluye entre otras, técnicas de relajación, meditación y el empleo de la hormona del sueño, la melatonina.
Prevalencia del insomnio
El insomnio es un trastorno del sueño muy común en el mundo industrializado. Recientes estudios de prevalencia señalan que alrededor de un 35% de la población general muestra problemas para iniciar y mantener el sueño.
La evidencia científica demuestra que el insomnio, en muchos casos, no se trata. El paciente, al ignorar la importancia para la salud que conlleva el dormir bien, no consulta al médico por este motivo. Asimismo, en un chequeo de salud rutinario, los facultativos de atención primaria no incluyen al insomnio como un trastorno importante que puede alterar la salud.
Una medición realizada por Gallup en 1995 en Estados Unidos, denominada El Sueño en América, demostró que un 70% de los pacientes con insomnio crónico nunca había confesado su problema al médico general, quien tampoco se los había preguntado.
Hay diversos tipos de insomnio, señala el neurólogo, especialista en medicina del sueño y director médico del Instituto del Sueño, doctor Walter Avdaloff, siendo frecuente el psicofisiológico o insomnio aprendido.
De acuerdo a datos extraídos de un extenso estudio realizado en clínicas de sueño estadounidenses se estima que, aproximadamente, lo padece un 15% de la población atendida en ellos.
Factores de su incidencia
En este tipo de alteración del sueño prevalecen dos factores. Uno es el genético que predispone a determinadas personas a un sueño poco profundo, lo que se denomina alerta fisiológico o incrementado.
Estas personas, ante situaciones de estrés, tienden a responder con hiperalertas continuados.
Este fenómeno, unido a un perfil de personalidad tenso e insatisfecho con represión de emociones y negación de problemas, los lleva a manifestar una excesiva preocupación anticipatoria diurna sobre cómo van a dormir esa noche. Tal preocupación genera en ellos tensión permanente, la que -llegada la hora de acostarse- les impide dormir.
Por otra parte, asocian el insomnio gatillado por estrés a rutinas previas a acostarse como lavarse los dientes, cepillarse el pelo y su propia cama. En muchas ocasiones duermen bien en casa de amigos y parientes, pero nunca en su dormitorio.
El doctor Avdaloff remarca que el síntoma esencial del insomnio psicofisiológico es un paciente con la atención enfocada durante todo el día en su incapacidad para dormir. Estas personas se quejan con frecuencia de una enorme dificultad para conciliar el sueño y un mal desempeño en sus labores durante la vigilia. Muestran tensión somatizada y dolores de cabeza.
Lo curioso es que estos insomnes incapaces de conciliar el sueño en la noche, muestran gran facilidad para quedarse dormidos en el día cuando no deben. Son los típicos personajes que se duermen en el cine, en una conferencia, en una reunión de trabajo o en un viaje en bus.
Medicina del sueño
La medicina del sueño ha delineado eficaces tratamientos para este insomnio. Entre ellas, destacan técnicas conductuales como la relajación progresiva muscular, meditación, respiración controlada, terapia conductual cognitiva y reducción del sueño. Esta última consiste en acortar el período de sueño para que el paciente se acostumbre a utilizar su cama sólo para dormir.
La farmacoterapia incluye la ingesta de hipnóticos no benzodiazepínicos que se prescriben en forma paralela a la terapia conductual, pero sólo una o dos veces a la semana.
Este tratamiento debe aplicarse sólo por 1 o 2 meses, lapso en que el paciente aprende nuevas técnicas conductuales de manejo de su insomnio.
Los últimos hallazgos en torno al tratamiento evidencian que el empleo de melatonina
-la hormona del sueño- permite superar rápidamente el tenaz insomnio aprendido.