Pesadillas: Cuando el terror impide dormir
Problema común
Una encuesta efectuada en Estados Unidos indagó sobre los hábitos de sueño en 5.600 personas entre 15 y 93 años descubriendo que 1.100 individuos se quejaban de insomnio. De éstos, un 18,3% culpó a las pesadillas de ser la causa principal de sus dificultades para obtener un sueño reparador.
Se cataloga a las pesadillas como episodios o ataques de ansiedad en los sueños y están clasificadas en el catálogo internacional como parasomnias del sueño REM, según describe el neurólogo, especialista en medicina del sueño y director médico del Instituto del Sueño, doctor Walter Avdaloff.
Aunque son muy comunes en la infancia -agrega- su frecuencia disminuye con los años. Sin embargo, para algunos individuos se convierten en un problema crónico. Se estima que alrededor de un 5% de la población adulta padece pesadillas dos o más veces por semana.
Trauma y pesadillas
El caso de Ana María ilustra la gravedad de este trastorno del sueño. La paciente, de 30 años de edad y recién casada, consultó al Instituto del Sueño por frecuentes despertares en la noche debido a espantosas y terroríficas pesadillas.
Sus malos sueños habían comenzado hace siete años, luego de quedarse encerrada en un ascensor (durante varias horas) por un apagón provocado por un fuerte temblor. Esta situación produjo en ella gran angustia que gatilló ataques de ansiedad en sueños. Siguió una terapia psicológica para borrar el traumático episodio, la que disminuyó la frecuencia de sus pesadillas por un par de años.
Después de su matrimonio, los malos sueños habían retornado y los tenía tres a cuatro noches por semana. Se despertaba con un intenso miedo, muy angustiada y como presintiendo que algo muy malo le iba a suceder. Permanecía despierta por un largo rato y le costaba volverse a dormir.
La trama del sueño era siempre la misma: un hombre maligno la atacaba intentando estrangularla. Ella despertaba justo cuando el individuo le estaba provocando una severa sofocación.
La falta de sueño interfería con su desempeño en el trabajo e incluso en su relación de pareja.
La paciente confesó al especialista que su esposo creía que ella padecía un trastorno mental. Se le realizó una polisomnografía de sueño para descartar apnea obstructiva y terrores nocturnos.
El examen permitió diagnosticar un cuadro crónico de pesadillas debido a estrés postraumático. Se la sometió a farmacoterapia y se la derivó a un psicólogo para realizar conjuntamente una terapia conductual de desensibilización.
Al cabo de cinco meses de tratamiento, la frecuencia de las pesadillas disminuyó.
En la actualidad, Ana María ha superado su problema logrando, asimismo, una buena comunicación con su marido y un buen desempeño en su trabajo.
Común a los artistas
La investigación clínica ha descubierto que la mitad de los adultos que padece pesadillas son individuos dotados de gran creatividad, en general, personas del mundo de las artes.
El otro 50% puede padecer algún trastorno psicológico. Puede ser una personalidad esquizoide o limítrofe, pacientes con depresión mayor o esquizofrenia, señala el doctor Avdaloff.
Las pesadillas, asimismo, son muy comunes en personas con desorden de estrés post traumático, apnea del sueño y enfermedad de Parkinson.
En Estados Unidos, un estudio realizado entre estudiantes universitarios de la ciudad de San Francisco luego del terremoto de 1988, mostró que un 40% de la muestra reportaba pesadillas frecuentes, comparada con el 5% de los estudiantes de Arizona que no conocían estas catástrofes.
Un estudio similar se realizó luego del paso del huracán Andrew que azotó Florida en 1992. Entre las víctimas de esta catástrofe se detectó un mayor porcentaje de pesadillas que entre los residentes del norte de Miami, lugar por el cual no pasó la tormenta.
Esto demuestra que el desorden de estrés post traumático, gatillado por la experiencia de grandes desastres naturales, es causa importante de pesadillas.
Aminorar la frecuencia
En estos momentos, se está indagando cuál podría ser la base biológica de las pesadillas. Algunos investigadores sugieren que pueden deberse a desequilibrios de cuatro neurotransmisores. Pueden ser causadas por un aumento del nivel de acetilcolina y dopamina o por una disminución de norepinefrina y serotonina. No obstante, aún falta mucho por investigar para saber su etiología exacta.
Por el momento, la medicina del sueño posee buenos tratamientos para aminorar su frecuencia e incluso hacerlas desaparecer. Todo con el objetivo que el paciente logre obtener un sueño reparador que le permita un buen desempeño en la etapa de vigilia.