RONQUIDOS
Roncar es peligroso para la salud y se transforma en algo muy común para muchos. Pero hay que saber que detrás de ese ruido puede existir un problema más grave
A veces roncar se transforma en algo muy común para todos, pero hay que saber que detrás de ese ruido, que molesta a la persona que está al lado de un roncador, puede existir un problema más grave. Según la encuesta nacional de salud, un 72% de los hombres y un 62% de las mujeres roncan, y se estima que un 10% de los niños son roncadores habituales, sobre todo si tienen las amígdalas o adenoides engrosadas.
Existen una serie de características comunes en las personas que roncan. Las más comunes son obstrucciones nasales (pólipos, desviación de tabique), engrosamientos de úvula (“campanilla”), paladar blando, adenoides o amígdalas, anomalías anatómica que cause en una obstrucción de las vías respiratorias altas y depósitos grasos en las paredes de las vías aéreas, típico de las personas obesas. El denominador común a todas estas situaciones es la existencia de un estrechamiento que puede tener lugar a diversos niveles de las vías aéreas altas, produciéndose una vibración intensa sobre las paredes de la faringe, la cual se transforma en el sonido que nosotros percibimos como ronquido.
Los ronquidos rara vez molestan al que los emite, pero si al que los escucha. Compartir la habitación con un roncador puede ser una experiencia dramática y desesperante.
PROPUESTAS PRÁCTICAS
- Si el ronquido empeora al dormir “boca arriba” hay que procurar evitar esa posición.
- El aire seco puede irritar y en ocasiones inflamar la mucosa nasal, por lo que puede ser útil instalar un humidificador en el dormitorio.
- Algunas comidas contienen sustancias que causan reacciones alérgicas y que pueden contribuyen a estrechar las vías aéreas. Aunque la identificación de estas sustancias pueda ser un proceso laborioso, el esfuerzo vale la pena.
- El alcohol tiende a producir la relajación de la musculatura de la faringe, haciendo que vibre al pasar el aire y provocando el ronquido. Hay que evitar la bebida de sustancias alcohólicas al atardecer.
- El tabaco reseca la mucosa de las vías aéreas, inflamándolas. Es necesario tratar de no fumar.
- Puede ser útil elevar la cabecera de la cama o usar más de una almohada.
- La cirugía puede ser una alternativa, sobre todo si existe algún tipo de anomalía anatómica que predisponga al ronquido, como por ejemplo una desviación de tabique nasal o un engrosamiento de la úvula y paladar blando. Desde hace algunos años existen técnicas quirúrgicas poco invasivas, que pueden ser realizadas bajo anestesia local y que tienen una recuperación postoperatoria rápida.
El diagnóstico de una roncopatía requiere de una evaluación clínica detallada, un examen físico y la realización de algunos exámenes de laboratorio (polisomnografía ). Es frecuente que los pacientes roncadores puedan, además, tener hipertensión arterial, sobrepeso y obesidad, por lo que todo debe chequearse de manera conjunta.
Si usted o su pareja sospecha que presenta ronquidos, es recomendable acudir a la consulta médica para ser evaluado por un médico especialista en trastornos del sueño. Él evaluará su estado de salud y buscará las posibles causas.
Apnea del Sueño
Produce un aumento del riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial, cardíacas y cerebro vasculares. Es fácil de diagnosticar y generalmente el paciente responde de manera positiva al tratamiento.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) es una enfermedad frecuente y conlleva ciertos riesgos por sus posibles complicaciones secundarias (accidentes de tráfico, enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson), entre otras. Es fácil de diagnosticar y generalmente el paciente responde de manera positiva al tratamiento.
La aparición de las apneas se debe a la existencia de un colapso total o casi total (se habla entonces de hipopneas) en el interior de la faringe. Las apneas suponen un cese transitorio de la respiración y se produce una caída transitoria en los niveles de oxígeno de la sangre. Si las apneas son muy frecuentes, la persona afectada permanecerá buena parte de la noche con concentraciones de oxígeno en sangre bajas.
Una de las consecuencias más significativas de la apnea es la fragmentación del sueño, debido a que cada vez que se produce una apnea, finaliza con micro despertar imperceptible. La sucesión de estos eventos hace que la persona se despierte con la sensación de no haber descansado, aún cuando no recuerde haberse despertado. Suele sentir dolor de cabeza al despertarse (que mejora al cabo de unas horas) así como sequedad de la boca. A lo largo del día se siente cansada y nota somnolencia en situaciones sedentarias. Es característica la existencia de un aumento del riesgo de accidentes de tráfico (hasta siete veces superior al de la población normal) y de accidentes laborales. Suelen aparecer también cambios en el estado de ánimo como son la irritabilidad, la depresión, alteraciones en el rendimiento, o pérdidas de la capacidad de concentración y de memoria.
Cuando la apnea es severa, al margen de los problemas descritos, se produce un aumento del riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial (más del 40% de los pacientes con apnea sufren de hipertensión), riesgo incrementado de cardiopatía isquémica (angina de pecho, e incluso infartos) y de accidentes cerebro vasculares.
El riesgo de padecer este cuadro aumenta con la edad, alcanzando un valor máximo entre la quinta y la séptima década de la vida. Los factores predisponentes son los mismos del ronquido y casi todos los que sufren de apnea del sueño tienen sobrepeso más o menos importante. Es, por otro lado, una enfermedad típicamente masculina, con una incidencia en hombres 2,5 veces superior a la de las mujeres.
“Cuando la persona ronca y hace apnea, baja el nivel de oxígeno de la sangre. Es similar a que lo ahoguen durante el sueño. Provoca alarma en el cerebro, que hace que reaccione con una descarga de adrenalina muy grande y provoca taquicardia, elevación de la presión, un despertar y la recuperación del ritmo respiratorio”
La prueba esencial para diagnosticar la apnea del sueño es el estudio de sueño (también llamado Polisomnograma). Requiere pasar una noche para realizar el estudio. Se realiza una medición del flujo respiratorio, del esfuerzo que se hace para respirar, del nivel de oxigenación de la sangre, del funcionamiento del corazón, etc. En ocasiones, sin esta prueba resulta imposible excluir un cuadro de apnea del sueño.
Si usted o su pareja sospecha que presenta apnea del sueño, es recomendable acudir a la consulta médica para ser evaluado por un médico especialista en trastornos del sueño. Él evaluará su estado de salud y buscará las posibles causas.
Insomnio
Es el trastorno de sueño más frecuente en la población general, destacando en mujeres, ancianos y personas con problemas psicológicos como ansiedad y depresión.
Es el trastorno de sueño más frecuente en la población general, destacando en mujeres, ancianos y personas con problemas psicológicos como ansiedad y depresión. Consiste en una reducción de la capacidad para dormir, pudiendo manifestarse de diversos modos que dan lugar a diferentes tipos de insomnio:
- Insomnio de inicio: problemas para iniciar el sueño en menos de 30 minutos.
- Insomnio de mantenimiento: Problemas para mantener el sueño, produciéndose despertares nocturnos de más de 30 minutos de duración, o despertando definitivamente de manera precoz consiguiendo un tiempo total de sueño escaso.
La falta de sueño puede afectar de modo negativo a la vida de la persona que lo sufre, provocando deterioro social, ocupacional o de otras áreas importantes.
El número de horas de sueño necesarias varía de unas personas a otras. Aunque la media diaria es de 7 horas y media, existe un rango que oscila entre 4 (“poco dormidores”) a 10 horas (“grandes dormidores”), considerándose estos valores dentro de la normalidad.
Según el tiempo de evolución, el insomnio puede ser: temporal (sólo unos días o semanas), o crónico (meses o años).
Causas del Insomnio
Enfermedades metabólicas y hormonales, neurológicas, reumatológicas, digestivas, cardiovasculares y todas aquellas que pueden interrumpir el sueño por dolor –fibromialgia, cefaleas, etc- o urológicas por la necesidad urgente de micción –infecciones, próstata, renales. También hay que considerar el embarazo y la menopausia.
Enfermedades psiquiátricas (ansiedad, depresión, esquizofrenia, etc), así como otras enfermedades del sueño que contribuyen a dormir menos o peor (síndrome de piernas inquietas, síndrome de apnea de sueño, parasomnias, etc).
Si usted sospecha que presenta insomnio, es recomendable acudir a la consulta médica para ser evaluado por un médico especialista en trastornos del sueño. Según la sospecha diagnóstica, el médico tratante puede solicitar un examen como la actigrafía o polisomnografía, para objetivar hábitos y duración del sueño.
JetLag
Cuando se desplaza de un continente a otro en poco tiempo, el organismo se resiente y se siente cansado, con sueño, dolor de cabeza u otras muchas molestias.
El jet lag es un trastorno del sueño del ritmo circadiano, que también se llama síndrome de cambio de zona horaria. Se trata de una falta de coincidencia en el tiempo de su tendencia natural a estar dormido y el momento en que el paciente naturalmente despierta. Esto ocurre debido a viajar en avión a través de muchas zonas horarias. El largo viaje que pone rápidamente en un lugar donde usted necesita para dormir y despertar en un momento en que es diferente a lo que espera el reloj interno del cuerpo. Por norma general, cuando se desplaza de un continente a otro en poco tiempo, el organismo se resiente y se siente cansado, con sueño, dolor de cabeza u otras muchas molestias.
Causas y consecuencias del JETLAG
Este desequilibrio, conocido también como síndrome de los husos horarios o disritmia circadiana, se manifiesta cuando se atraviesa varios meridianos. Sucede porque el ritmo biológico (ritmo circadiano) tarda en adaptarse al nuevo horario que se impone en el país de destino. Ese reloj interno que todos tenemos abarca ciclos de 24 horas y 11 minutos, por eso cuando se atraviesa varias franjas de la Tierra se le añade o resta horas, según la dirección en la que se desplaza. La consecuencia más habitual es que sentimos sueño durante el día o no podemos dormir por la noche, pero el jet lag también es causa de otras incomodidades.
El nivel de intensidad con el que afecta este trastorno depende de varios factores. El principal es la cantidad de husos horarios que superemos hasta llegar a otro país. Cuantos más distancias horarias, mayores serán los síntomas que se tengan. Algunos expertos indican que hace falta como mínimo una diferencia de dos horas para sentir las consecuencias, mientras que otros amplían este periodo a cuatro horas.
Otro condicionante importante es la dirección en la que vayamos. Al viajar hacia el oeste el impacto del jet jag será menor que si el trayecto se realiza hacia el este. Si el viaje se realiza hacia el norte o el sur sin cambiar de región horaria no habrá de qué preocuparse, puesto que el jet lag no hará su aparición.
Si usted sospecha que presenta Jet Lag, es recomendable acudir a la consulta médica para ser evaluado por un médico especialista en trastornos del sueño. Él evaluará su estado de salud y buscará las posibles causas.
Síndrome de piernas inquietas
Afecta entre un 5-10 % de la población, tanto a hombres como a mujeres
El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) es un trastorno de origen neurológico, en el que se producen unas sensaciones molestas en las extremidades (principalmente las piernas) durante el reposo, por ejemplo al permanecer sentado o acostado. Estas molestias ocasionan necesidad de levantarse, caminar y moverse. Con el movimiento, las sensaciones desagradables se alivian o desaparecen.
El trastorno aparece entre un 5-10 % de la población, y afecta tanto a hombres como a mujeres. Puede aparecer a cualquier edad, siendo más frecuente a partir de la cuarta década de la vida.
El SPI suele afectar la calidad de sueño, ocasionando somnolencia durante el día, como así también cuadros de ansiedad y depresión que repercuten de manera importante sobre la calidad de vida de las personas afectadas.
Los términos utilizados por los pacientes para describir los síntomas de SPI suelen ser: “desasosiego”, “hormigueo”, “calambres”, “pinchazos”, “nerviosismo”, “dolor”, “sensaciones extrañas profundas”, “quemazón”, “piernas locas”, etc. Las características principales son:
- Necesidad irresistible de mover las piernas (o los brazos), acompañada o no de sensaciones molestas.
- Inicio o empeoramiento de los síntomas durante períodos de inactividad, como por ejemplo permanecer sentado o acostado, en la cama, en el cine o durante viajes prolongados (por ejemplo, en el coche o en el avión).
- Alivio con el movimiento: las molestias se alivian o desaparecen cuando los sujetos con SPI se mueven, caminan o frotan sus piernas. Esta necesidad imperiosa de moverse es la que da el nombre al trastorno.
- Empeoramiento de los síntomas a últimas horas de la tarde o por la noche: esta característica hace que los pacientes tengan dificultades para iniciar o mantener el sueño. Durante el día las molestias desaparecen o existen, pero con menor intensidad.
Para diagnosticar este síndrome, su doctor le puede solicitar exámenes de sangre y una Polisomnografía o una Actigrafía con canal de electromiografía de extremidades inferiores.
Narcolepsia
La narcolepsia es un trastorno de sueño de origen neurológico caracterizado por excesiva somnolencia diurna, acompañada en la mayoría de los casos de crisis de hipotonía muscular). Existe un componente genético importante, por lo que varios integrantes de una misma familia pueden verse afectados (incidencia de 1-2 % en familiares de primer grado.
Características de la enfermedad
Excesiva somnolencia diurna: es el principal problema de estos pacientes, y se presenta de forma diaria, aunque no permanente, tanto en situaciones monótonas (leyendo, viendo la TV) como inapropiadas (comiendo, conduciendo). Los episodios pueden durar de minutos a horas, presentándose de forma progresiva, o brusca, como ataques de sueño irresistible.
Crisis de hipotonía muscular: son típicas de la enfermedad, y consisten en episodios de descenso brusco del tono muscular, sin pérdida de conciencia, ante emociones fuertes (susto, risa, discusión). Pueden ocurrir en cualquier músculo del cuerpo, a veces de forma imperceptible (discreta sensación de “flojera”), o de mayor intensidad, con caída al suelo. Pueden durar de segundos a minutos.
Alucinaciones hipnagógicas/hipnopómpicas: suelen ocurrir en la transición sueño-vigilia (al quedarse dormido o al despertarse). El paciente tiene percepciones irreales (auditivas, visuales o táctiles), a veces referidas como terroríficas.
Parálisis del sueño: es la imposibilidad de mover las extremidades o todo el cuerpo, justo antes de quedarse dormido o al despertarse. Frecuentemente se acompañan de alucinaciones hipnagógicas/hipnopómpicas.
Sueño fragmentado: los narcolépticos suelen presentar frecuentemente despertares a lo largo de la noche. También son más frecuentes las parasomnias (pesadillas, sonambulismo, hablar en sueños, episodios de agitación psico-motriz). La fases de sueño de “movimientos oculares rápidos” (en inglés “rapid eye movements”: REM) aparecen antes de lo normal.
Diagnóstico
Historia clínica completa, para descartar otros problemas (enfermedades neurológicas), síndrome de apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas, toma de medicamentos, etc.
Polisomnografía nocturna: estudio de sueño, para ver la estructura y el tiempo que se tarda en entrar en fase REM, así como para descartar trastornos respiratorios.
Test de latencias múltiples: se realiza por la mañana, después del estudio nocturno, y sirve para ver cuánto tarda el sujeto en quedarse dormido, y también si el inicio de sueño REM ocurre antes de lo normal.
Niveles de hipocretinas en líquido cefalorraquídeo (punción lumbar): actualmente se estudian estas sustancias (propias de nuestro sistema nervioso), las cuales se encuentran disminuidas en los pacientes narcolépticos.
Tratamiento
A la hora de tratar la enfermedad se tienen en cuenta múltiples factores como la edad, enfermedades asociadas, estilo de vida y repercusión de la somnolencia sobre la calidad de vida del paciente.
OTROS SÍNTOMAS
- Conducta automática: por ejemplo, trayectos en auto sin luego recordarlas.
- Siestas refrescantes: muchas veces, si el sujeto duerme durante unos minutos, la hipersomnolencia mejora notablemente.
- Sensación subjetiva de pérdida de memoria y falta de concentración.
- Sensación de cansancio y fatiga.
- Trastornos del estado de ánimo.
- Visión borrosa.
- Trastornos de la alimentación (episodios de bulimia).
Si usted sospecha que presenta Narcolepsia, es recomendable acudir a la consulta médica para ser evaluado por un médico especialista en trastornos del sueño. Él evaluará su estado de salud y buscará las posibles causas.
Terrores Nocturnos
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños de edades entre 5 y 7 años, aunque pueden ocurrir también en niñas
¿Qué son?. Los terrores nocturnos o trastorno de terror durante el sueño son trastornos del sueño en los cuales una persona se despierta rápidamente de su sueño en un estado aterrorizado.
Síntomas
Los terrores nocturnos son más comunes durante el primer tercio de la noche, con frecuencia entre medianoche y 2 de la mañana.
- Los niños gritan con frecuencia y están muy asustados y confundidos. Golpean violentamente a su alrededor y con frecuencia no están conscientes de su entorno.
- Usted puede hablarle, confortar o despertar del todo a un niño que está teniendo un terror nocturno.
- El niño puede estar sudando, respirando muy rápido (hiperventilación), tener una frecuencia cardíaca rápida y pupilas dilatadas.
- El episodio puede durar de 10 a 20 minutos y luego el niño se vuelve a dormir.
La mayoría de los niños no son capaces de explicar lo que sucedió a la mañana siguiente. Con frecuencia, no hay ningún recuerdo del evento cuando se despiertan al día siguiente. Los niños con terrores nocturnos también pueden caminar dormidos.
En contraste, las pesadillas son más comunes en las primeras horas de la mañana. Pueden ocurrir después de que alguien ve películas o programas de televisión de terror o tiene una experiencia emocional. Una persona puede recordar los detalles de un sueño al despertar y no estará desorientado después del episodio.
Causas
- Pueden desencadenarse por:
- Fiebre
- Falta de sueño
- Períodos de tensión emocional, estrés o conflictos
Los terrores nocturnos son más comunes en los niños de edades entre 5 y 7 años, aunque pueden ocurrir también en niñas. Son bastante comunes en niños de 3 a 7 años de edad y mucho menos comunes después de esa edad. Pueden ser hereditarios. Se pueden presentar en los adultos, especialmente cuando hay tensión emocional o consumo de alcohol.
Pruebas y exámenes
En muchos casos, no se necesitan más exámenes o pruebas. Si el terror nocturno es severo o prolongado, el niño puede requerir una evaluación psicológica.
Tratamiento
En muchos casos, un niño que experimenta terrores nocturnos sólo necesita consuelo. Reducir el estrés o usar mecanismos de afrontamiento pueden reducir los terrores nocturnos. La psicoterapia o la asesoría pueden ser necesarias en algunos casos.
Pronóstico
La mayoría de los niños superan los terrores nocturnos en poco tiempo. El número de episodios generalmente disminuye después de la edad de 10 años. Rara vez, los niños tendrán problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidos.
¿Cuándo llamar a un médico especialista?
Solicite una cita médica si:
- Los terrores nocturnos ocurren con frecuencia.
- Interrumpen el sueño de manera regular.
- Están acompañados de otros síntomas.
- Los terrores nocturnos ocasionan, o casi causan, lesiones.
Trastornos del sueño en la Mujer
Las mujeres son más propensas a tener más trastornos del sueño que los hombres. La causa principal son las hormonas,…
Las mujeres son más propensas a tener más trastornos del sueño que los hombres. La causa principal son las hormonas, sobre todo al estrógeno y la progesterona. En el caso concreto de la menopausia, son dos los trastornos del sueño que adquieren especial relevancia: el insomnio y el síndrome de apnea del sueño. La primera (el estrógeno) actúa en la fase del sueño REM, y la segunda (progesterona) se centra en el sueño profundo. A parte de esto, existen los típicos problemas de estrés laboral, maternidad y la falta de tiempo, que contribuyen a generar un cuadro de ansiedad en compaginar la vida laboral con la familiar.
Además, la mujer es más sensible a los ruidos que los hombres (por naturaleza), y suele despertarse con más facilidad. Cuando una mujer tiene un hijo recién nacido, suele ser el instinto maternal el que no la deje dormir, y suele ser ella la que se levanta cada tres horas (para ver a su hijo, para ver que todo va bien y para darle de mamar).
La mujer suele tener más tendencia a preocuparse por los problemas, y se los lleva a la cama. El mencionado estrés, la compaginación del hogar, trabajo, niños, colegio, comidas, compras, entre muchas más, suele ser motivo de preocupación que roba horas de sueño a la mujer.
El embarazo también provoca falta de sueño en la mujer, suele ser una etapa incómoda. Junto a ello, otro factor típico femenino, la menstruación, también puede generar insomnio o somnolencia diurna.
Trastornos del sueño en Niños
A veces, el problema puede provenir de la existencia de horarios familiares excesivamente irregulares
Los niños no son ajenos a los trastornos del sueño. Se estima que entre el 25-30% de las visitas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño, y los padres pueden hacer mucho para ayudar a sus hijos a tener el sueño profundo y reparador que necesitan para crecer, vivir sanos y mantenerse bien despiertos durante el día.
Cualesquiera que sean los problemas nocturnos en una familia (conseguir que se vayan a la cama, o que se queden en ella), hay que tener presente que son frecuentes en muchos hogares, al menos ocasionalmente. Las parasomnias, la ansiedad provocada por la separación y el insomnio causado por malos hábitos, el estrés, las enfermedades, algunos medicamentos o la sobreexcitación son causas suficientes para alterar el sueño, que pueden darse en cualquier familia en cualquier momento.
Horas necesarias de sueño
Un recién nacido duerme un total de 16 horas diarias, en 6 – 8 episodios de sueño de 4 horas cada uno, con periodos intercalados de vigilia. Así, el recién nacido no respeta la noche, despertándose una o varias veces a lo largo de la misma.
Desde el primer mes hasta los 3 – 6 meses, la duración de los despertares nocturnos va disminuyendo y empieza a dormir de manera continua prácticamente durante toda la noche. No obstante, en casi un tercio de los niños en edad preescolar persisten estos despertares nocturnos, como consecuencia de una consolidación inadecuada del período de sueño nocturno.
Entre los 2 y los 4 años duermen por la noche unas 10 horas, más las dos siestas habituales. A partir de los tres años de edad va disminuyendo la “necesidad” de dormir durante el día, hasta prácticamente desaparecer antes de los seis años.
De los 5 a los 10 años de edad, el sueño alcanza un grado de madurez suficiente como para permitir la comparación con el adulto. Aunque existen importantes variaciones individuales, el número de horas de sueño suele ser 2,5 veces superior al adulto y la proporción de sueño REM es similar a la del adulto.
Pasados los 7 años, no es habitual que el niño necesite dormir la siesta. Si ocurre, lo más probable es que por la noche duerma menos de lo que necesita o que padezca de algún problema durante el descanso nocturno.
A partir de la adolescencia, el número de horas de sueño disminuirá hasta un promedio de 7 a 8 horas, que podría ser insuficiente ya que se produce un incremento de la somnolencia diurna, que ha llevado a pensar que las necesidades totales de sueño no disminuyan sino que aumenten durante la adolescencia.
Estrés
Debido a horarios irregulares, sobre activación, problemas familiares, miedos infantiles o ansiedad de separación.
Los niños necesitan de la rutina para desarrollarse, ya que ésta les ofrece seguridad. Cuando ésta seguridad se encuentra amenazada, los niños reaccionan mostrando su ansiedad a través del llanto, cambios de conducta y resistencia a dormirse por la noche. Se comportan de la misma manera cuando, tras un día excitante se les dice que tienen que acostarse, ya que el dormirse supone un cambio sobre la actividad que tanto están disfrutando. A veces, el problema puede provenir de la existencia de horarios familiares excesivamente irregulares.
Otra causa frecuente de las dificultades para iniciar el sueño es la realización de siestas largas por la tarde, por ello, ante un problema de insomnio infantil, una de las primeras medidas a considerar va a ser la reducción o incluso supresión del sueño diurno (siestas).
Un niño puede tener dificultades para separarse por la noche del resto del mundo o pueden captar cambios sutiles en el ambiente familiar, y ser una causa de problemas a la hora de acostarse. Incluso en la seguridad de un hogar feliz los niños pueden llegar a tener miedo de la oscuridad o de criaturas imaginarias situadas en las esquinas oscuras del dormitorio.
Sea cual sea el caso, la respuesta de los padres tiene que ser siempre de apoyo. Hay que hablar con el niño de sus temores y miedos.
En los niños de más de tres años pueden utilizarse técnicas de refuerzo positivo como premios si su conducta es la apropiada.
Sueño y vigilia en los niños
Desde antes del nacimiento, los niños tienen neuronas cerebrales con capacidad de ejercer como “reloj biológico” y el control del sueño y de la vigilia está determinado por este reloj biológico, que permite que el niño duerma a ciertas horas y esté despierto a otras. Sin embargo, el funcionamiento de este reloj biológico, también se ve influido por las condiciones medioambientales de luz-oscuridad, de modo que en condiciones de oscuridad, nuestro cerebro segrega una hormona llamada melatonina, que facilita el sueño, mientras esta hormona es inhibida por la luminosidad exterior. Aproximadamente, a partir del tercer mes de vida se aprende a sincronizar estas dos informaciones, de manera que puede empezar a coincidir el ciclo vigilia-sueño con el ciclo día-noche.
Sospecha de un problema de sueño
Las necesidades de sueño varían considerablemente. No hay un patrón de sueño homogéneo y lo que necesita un niño no tiene porque ser aplicable a otro. Sin embargo, si le cuesta regularmente conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche o si se encuentra cansado y soñoliento durante el día, se debe sospechar la existencia de un problema de sueño o de los hábitos que conducen a éste.
Malos Hábitos
Al igual que en el adulto, en los niños pueden producirse dificultades para iniciar o mantener el sueño, aunque raramente se quejan de este problema y suelen estar contentos de permanecer despiertos.
La iniciación del sueño requiere una compleja coordinación de circunstancias biológicas y de conductas aprendidas: Por un lado, el organismo tiene que estar fisiológicamente preparado para el sueño. Por otro lado, las conductas que realizamos en los momentos previos a dormir, se acaban convirtiendo en rituales facilitadores del sueño que cuando faltan, nos impiden dormir.
Los rituales de conciliación también son necesarios en los niños, y con frecuencia el problema del insomnio infantil no se debe a despertarse por la noche, sino a no poder volver a dormirse, debido a que los estímulos que asocian al inicio de sueño, no están presentes a mitad de la noche cuando se despiertan (papá o mamá, luz, cuento…).